No sé si nos hallamos ante una secuela tardía e innecesaria que a duras penas encaja con la historia precedente, o ante un intento de reverdecer un éxito del pasado. Si primero la protagonista fue Sarah Connor y luego le tocó al T-800, el declive de la saga llegó al dar protagonismo a John Connor en la tercera cinta. Ahora, le tocaba a los miembros de la Resistencia (y si estais leyendo ésto, sois parte de ella...).
Técnicamente impecable, argumentalmente sólo recicla la testosterona heredada de las series B nacidas al calor de la película original. Incluso, influenciada por estrenos más recientes (e igualmente insulsos), la guerra de penes entre McG y Michael Bay pordía resumirse retitulando (a tenor de inventos como las motos terminator) la nueva aventura del T-800 (genial y esperado cameo incluído) como "Terminator: Transformers".
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