Manuela Sancho emigró del campo a la ciudad, recalando en el nº 40 de la calle Puerta Quemada, donde seguía habitando durante los asedios y por cuyos alrededores demostró sobradamente su heroicidad. Mariano Renovales dijo de ella: " (...) disparando de cañón y fusil, como el mejor de mis soldados". Sus restos reposan hoy, junto a otras de sus esforzadas compañeras en la contienda, en la Iglesia del Portillo. Aquella calle donde residió se llama ahora, justamente, HEROÍSMO. Y es una conocida zona de buen yantar y trasegar para las clases populares...
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