Con el estreno en exclusiva de W., TVE se ha marcado un tanto el día de la toma de posesión de Obama. Y TVE2 ha hecho honor a su máxima de ser la televisón pública de calidad a la que rara vez representa su hermana mayor, la 1ª. No han tardado en verterse obtusos comentarios partidistas acerca de las supuestas presiones políticas dirigidas a menospreciar a la administración saliente, como si hubiera algo que agradecerle a semejante tropa, con tal emisión. Independientemente de tales sandeces, la idoneidad de estrenar una película tan reciente, inédita en salas comerciales, con cuyo doblaje añadido habrá salido por un dineral, llama a una pequeña reflexión sobre el cine que debería programar un ente audiovisual con vocación pública.
Y, aparte de ayudar a la producción de filmes nacionales que luego se verán primero en su parrilla que en las de los canales privados (cada día más sintonizados con el saldo de Hollywood y la doble sesión de tv-movies de escasa calidad narrativa), las televisones públicas (independientemente del Gobierno, central o autonómico, al que deban rendir cuentas) deberían prestar menos atención a los paquetes de las majors y más al cine independiente, del que dependen pequeñas distribuidoras de las que también dan puestos de trabajo en este país; a los géneros más difíciles de ver en salas (por ejemplo: los documentales) ; y al fondo de catálogo, recuperando aquellos clásicos y ciclos del cine-club de antaño que ahora aparecen con cuentagotas en los nuevos soportes (dvd), pero que remolonean en los novísimos (blu-ray).
En resumidas cuentas: nadie pone en entredicho la idoneidad de emitir el penúltimo Harry Potter o enésimo pase de "Titanic". Pero sí que tanto estreno y tanto enésimo no dejen hueco al cine que, de otra manera, no llega, o llega mal y tarde, a espectadores a los que es posible educar cinematográficamente. Y el que no quiera, tiene al alcance de su mano el mando a distancia, ese aparato al que sólo deberían temer los mercachifles de la cosa privada.
Yo, que vivo en una ciudad con alma de provinciana, quiero ver "El último truco de Emilio Ruiz" en C+, "Muerte de un presidente" en Cuatro y "W" en TVE2. Porque sé que a las multisalas que dominan el panorama no llegarán (el estreno de Cuatro la noche previa a la jura de Obama se vio en los Renoir, pero con retraso). Quiero recuperar los títulos más brillantes de Wilder, Truffaut o Fassbinder y que me salgan gratis; que si quiero comprar el que más me guste ya apoquinaré. Y estoy dispuesto, para ello, a apoyar tal iniciativa con mis impuestos y a soportar moscas, banners y cortes de publicidad. Siempre y cuando las moscas no sean gigantes, los banners no superen las franjas negras que me aseguren una copia que respeta su formato y la publicidad no sea aleatoria y corte el clímax de escenas y hasta líneas de diálogo (algo sangrante en la televisión en abierto, pero totalmente injustificado en la de pago: que Calle 13, Fox, AXN, ... se apunten la crítica).
Y aunque algo de eso bueno citado hay (en TVE, RTVA, ...), más es lo que se ha perdido a lo largo de los años. Otra televisión es posible... y hasta recomendable.
miércoles, 21 de enero de 2009
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