jueves, 20 de noviembre de 2008

¡Qué poca alegría con la lotería!


Antes, te tocaba el gordo de Navidad y si no te retiraba, al menos te montabas un negocio y a tirar millas. Hace unos años ya empezamos a oír que la lluvia de millones servía para "tapar agujeros": sólo pagabas una parte de la hipoteca o te comprabas un coche, no ya imprescindible para trabajar, sino para hallar trabajo. Pero el otro día, una persona a quien aprecio mucho me confesaba que se conformaba con un pellizco para poder cambiar de trabajo y mandar a tomar por saco al energúmeno de su jefe (un animal de bellota a quien si el lector conociera le gustaría inflar a hostias) sin por ello tener que dejar de comer y quedarse sin casa. En tiempos de crisis, ni el Estado Nöel ni la O.N.C.E. -el resto del año- son capaces de generar ilusión. Sólo vanas esperanzas...

PS: por eso yo sólo juego al €uromillones, para poderme costear ser un malo Bond y vengarme de todos los hijos de puta que he conocido con un maquiavélico y delirante plan maestro. Pero esa es otra historia...

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