sábado, 22 de noviembre de 2008

Tres tipos duros



Viernes 7 de noviembre de 2008: mi compinche cinematográfico, Luis, y el que esto suscribe nos regalamos una tarde de cine, de esas que desbordan testosterona, con la última aventura de Bond y la segunda cinta como director de Ed Harris.

De Quantum of solace, reafirmarme en mi creencia de que, a pesar de seguirse sin dificultad como trama independiente, no es ni una secuela ni un producto al uso del 007 tradicional, sino la conclusión de su inacabada -y de argumento mejor hilvanado- predecesora. También defender mi reciente intuición de que estamos ante un díptico transicional que nos devolverá, poco a poco, lo mejor del Bond de antaño pero adaptado a su tiempo, aunque para tal reconstrucción no hacía falta jugar tanto con los elementos significativos de la mítica saga. A pesar de sus defectos (el "gunbarrel" aparece, aunque sea cerrando la acción y no dando paso a ésta; y la canción de los créditos iniciales, pasando por ser una de las más flojas de la franquicia, al menos hace su papel en la gran pantalla), Quantum... es una estupenda cinta de acción actual, muy entretenida y de la que emana (que no rezuma) el espíritu 007. Si bien el argumento flojea en su conjunto (algo no inhabitual en anteriores títulos), la complicidad de ciertos secundarios en subtramas dramáticas aporta mayor credibilidad a sus intenciones. Mientras Olga Kurylenko hace un excelente trabajo, equilibrado entre el rencor y la fragilidad, resultando una chica Bond de entre lo mejorcito (no a la altura de Pussy Galore, pero casi a la de Elektra King o Jinx), Gemma Aterton apenas alcanza el rol de objeto decorativo cuya presencia es irrelevante más allá del homenaje a "Goldfinger" que propicia. Sin embargo, la última citada engrosa el más triste de los récords (la más corta, la que más publicidad inserta, la más taquillera, ...) logrados por la cinta: el de número de muertes de inocentes. Sin contar la mala fortuna que Bond atrae para sus colaboradores, en el primer tramo de película mueren, accidentados o tiroteados, camioneros, carabinieri y turistas sin motivo alguno. Y ese es un gran fallo, porque dentro del hedonismo parafascista que exuda el personaje, la violencia gratuíta ha de resultar un festival delirante en el que el más inocente fallecido sea un esbirro del malvado de turno. Malvado esta vez, por cierto, interpretado por un gran actor con un personaje de medio pelo y mal aprovechado. Ni Emilio Largo, otro peón del juego, era tan limitado.

PS: A quien pueda interesar: 3 medidas de ginebra Gordon´s; 1 medida de Vodka (Smirnoff vale); 1 medida de agua tónica (la que anunciaba un bisoño Bernard Le Coq hace treinta años le va al pelo). Se agita en coctelera para que la mezcla de vodka con ginebra haga que el primero enfríe a la segunda. Se sirve en una copa de cóctel con una corteza de limón.

De Appaloosa, cinta dirigida y protagonizada por el siempre gran Ed Harris, secundado por el no menos grande Viggo Mortensen, y donde las mujeres quizás habrían quedado mejor si las actrices se hubiesen elegido con tino, no cabe sino encadenar elogios. Western de hálito clásico, en cuyo largo metraje se exhibe un ritmo reposado, aunque salpicado puntualmente de violencia seca y razonada, que puede asustar al espectador en busca de contínuas emociones fuertes, y tremendo estudio de personajes donde los gestos hacen más que las armas y los diálogos subrayan lo intuído. Una excelente película, sensible con eso que llamamos "hombría" y que aún tenía sentido en la época en que se desarrolla la trama. Hombría entendida como lealtad, confianza, coherencia y mantenimiento de la palabra. Puede que Appaloosa no sea la obra maestra del género que todos espérabamos tras Sin perdón (de hecho, se asemeja a otro magnífico trabajo relativamente reciente: Open range), pero sí es una contundente muestra de cine de gran calidad. Y una indiscutible lección interpretativa. Lástima que en "provincias" haya que esperar al dvd para verla en v.o. Queda la opción de volver a disfrutarla a partir de la novela homónima que adapta, obra Robert B. Parker (sí: el mismo de la serie de Spenser... for hire).

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