Viernes 10 de octubre, a dos días de la gran pañolada zaragozana... Empleo mi tarde en ir a saludar a los del cine y aprovecho para dejarme apabullar por esa nadería simpática que parece un cruce entre Hitchcock (el de "El hombre que sabía demasiado" y "Con la muerte en los talones") y Tony Scott (el de "Enemigo público") llamada "La conspiración del pánico" (ya nos lo advirtieron Kubrick, Cammell, Cameron y King: ¡malditos GPS!) y ver cómo el women power ha hecho suyos los postulados de la comedia gamberra de los setenta y ochenta (¡si hasta la fraternidad de las protagonistas se llama... ZAZ!), pero dejándose manipular por productores masculinos en "Una conejita en el campus", donde, de nuevo, la frivolidad y la estulticia han de sacar de sus apuros sociales a las mujeres inteligentes. Secundario de lujo, Hugh Heffner, propietario de ese imperio mediático que saca los cuartos a un montón de gilipollas (¡dejad de gastaros las pasta en los productos Playboy y os podréis pagar una novia, que debería ser mejor!). Me dejo lo más deseado, los Coen, para la próxima semana (un consejo cinéfilo: UNA PELÍCULA QUE APETECE NUNCA SE RESERVA para ver con alguien a quien el cine ni le va ni le viene, porque acabareis viéndola en dvd mil años después).
Así que los de Minnesota han de esperar hasta la próxima semana y en su lugar me arrastran, previo soborno de un gofre (¡ideal para un fulano que ha disfrutado de un estómago revuelto durante dos días!) a ver el concierto de Sergio Dalma. Y aunque el tipo tiene buena voz y se lo ha currado, no deja de ser un cantante para mujeres, así que ahí estábamos, un montón de tíos, acompañando a nuestras respectivas y poniendo cara de circustancias.
Luego, encierro tempranero en casa, que ya basta de charangas y de los indios del Pº Independencia reventando bafles. Al menos, hay diversión: a media tarde, movida policial en las taquillas de los Palafox (ya me informaré), y a media noche más movida en las paradas de autobús hacia la ruidosa Interpeñas (los oigo todas las madrugadas desde el centro: ¿cómo no van a estar hasta las pelotas los de Valdespartera y demás?), con el local de turno contando a los jóvenes (y previsiblemente borrachos en unas horas) que pueden, o no, subirse en los abarrotados buses de la siempre insuficiente TUZSA.
Pero el drama más divertido ha sido a eso de las nueve de la noche, con una hija gritando por el móvil a su madre "¡te prometo que me no salgo el lunes pero déjame hoy que se quedan todas!", mientras sus amigas (excepto la conciliadora, que tiene todo grupo) iban por ahí buscando un cigarrillo gratis como si buscaran droga (de la ilegal, claro). Los chillidos de la muchacha y su negativa a obedecer a su madre o, en su defecto, a negociar con picardía un retraso en su llegada a casa, dan una idea de lo malcriados que están los adolescentes actuales... y de que esos padres no han sabido castigar/negociar como es debido hasta ahora, así que lodos a mansalva (los polvos son otra cosa, y si se echan con látex de por medio resultan menos nocivos que un cigarro. ¡Que lo sepais, nenas!).
Edito: el 12 de octubre, el menú del Café del Mercado (ahora de chinos; siempre frente a las Murallas) a 15,00 €, según rezaba un folio sobre el precio habitual del mismo menú (8,50 €). El día 13, aún festivo, se había rebajado a 11, 95 €. Otro día hablaré de dónde comer de vicio a precios populares (El Berrugón) y dónde comer caro y mal (El Arrozal).
sábado, 11 de octubre de 2008
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